sábado, 5 de abril de 2014

NACIMOS PARA ADORAR Y AGRADAR A DIOS

PORQUE EL SEÑOR SE COMPLACE EN SU PUEBLO.
Porque YO SOY EL QUE SOY tiene contentamiento en su pueblo; Hermoseará a los humildes con la salvación. 
Salmos 149:4.

Amados hermanitos:
El propósito principal de nuestra vida debe ser agradar y adorar a Dios, en todo tiempo para complacer a Nuestro Amado Padre Celestial.
ADOREMOS EN ESPÍRITU Y VERDAD 
LA ADORACIÓN A DIOS TIENE QUE SER UN ESTILO DE VIDA.
Cuando adoramos a Dios, nuestro objetivo debería ser complacer a Dios, NO a nosotros mismos. La adoración no es para nosotros. Es para Dios. Por supuesto, adorar tiene sus beneficios; pero no adoramos para darnos el gusto. Nuestro motivo debe ser glorificar, complacer, agradara a Nuestro Amado Padre Celestial .

Se complace YO SOY EL QUE SOY en los que le temen, Y en los que esperan en su misericordia. 
Salmos 147:11.

La adoración no es lo que hacemos con nuestros labios; es lo que hacemos con nuestra vida. Todos los cantos, las oraciones y las alabanzas son en vano si no van unidas a un verdadero cambio y compromiso personal hacia Él. No hay lugar para espectadores en la adoración. La adoración pasiva es una incongruencia. La verdadera adoración es ofrecer nuestra vida para agradar a Dios.
¿QUE HACE SONREÍR A DIOS?.
Ya que agradar a Dios es el principal propósito de nuestra vida, la tarea más importante que tenemos es descubrir cómo hacerlo con exactitud. Es una dicha que la Biblia nos presenta un ejemplo claro de una vida que agradó a Dios.
El hombre se llamaba Noé. Del estudio de su vida aprendemos los actos de adoración que hacen sonreír a Dios.
•Dios sonríe cuando le amamos por encima de todo.
•Cuando confiamos en Él completamente.
•Cuando le obedecemos de todo corazón.
•Cuando le alabamos y le manifestamos una gratitud continua.
•Y cuando cumplimos sus propósitos.
Lo que Dios más quiere de nosotros es que tengamos comunión con Él.
Nos ama de todo corazón y desea, en reciprocidad, que nosotros también le amemos. El anhelo de Nuestro Amado Padre es que lo conozcamos y que pasemos tiempo con Él. Se complace con nosotros. Tener comunión con Dios, aprender a amarlo y ser amado por Él, debe ser el mayor objetivo de nuestra vida. No hay ninguna otra cosa que tenga tanta importancia.
Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primero y grande mandamiento.
Mateo 22:37-38

Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.
Santiago 2:24.

La palabra de Dios nos enseña y dice claramente que no debemos ganarnos la salvación. La salvación es por gracia, debemos esforzarnos para hallar la gracia en nuestras vidas forzándonos a cumplir sus mandatos y obedeciendo en todo en su perfecta voluntad.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. 
Hebreos 4:16.

Busquemos es nuestra Biblias y hagamos una lista de todos los pequeños actos de obediencia que agradan a Dios. Todos esos actos de obediencia son también actos de adoración. 
¿Por qué a Dios le agrada tanto la obediencia?. Porque es la demostración de que realmente le amamos.
Si me amáis, guardad mis mandamientos. 
Juan 14:15.

YO SOY EL QUE SOY miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, Para ver si había algún entendido, Que buscara a Dios.
Salmos 14:2.
Cuando vivimos a la luz de la eternidad, nuestro enfoque cambia. En lugar de plantearnos: ¿Cuánto placer me proporciona la vida? llegamos a pensar: ¿Cuánto placer le proporciono a Dios con mi vida?
Dios está buscando personas como Noé, Abraham, Job, Jacob, Moisés, Isaac, Daniel........... etc, personas dispuestas a vivir para agradarle. La adoración como estilo de vida es la única manera sabia y sensata de vivir.

ADOREMOS A DIOS EN ESPÍRITU Y EN VERDAD.
(((Entréguense por completo a Dios… preséntense con todo su ser para propósitos justos))).
ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. 
Romanos 6:13.

Adorar en espíritu y en verdad, es rendirse y entregarse a Dios. La verdadera adoración (agradar a Dios) se da cuando nos entregamos completamente a Él. Ofrecernos a Dios con un corazón contrito y humillado es la esencia de la adoración. A este acto de entrega personal se la llama de diversas maneras: consagración, que Jesús sea el Señor de nuestra vida, tomar la cruz, morir al yo, ponerse en manos del Espíritu Santo. Dios quiere nuestra vida: toda nuestra vida. El noventa y nueve por ciento, no es suficiente.
La confianza es un ingrediente esencial de la entrega. No podemos entregarnos a Dios si no confiamos en Él, pero tampoco podemos confiar en Él hasta que lo conozcas mejor. El temor impide entregarnos, pero el amor echa fuera el temor. Cuando más nos demos cuenta de lo mucho que Dios nos ama, más fácil nos resultará la entrega. Dios es nuestro libertador, y cuando nos entregamos a él obtenemos libertad, no esclavitud. Cuando nos entregamos completamente a Jesús, descubrimos que no es un tirano sino el Salvador; no es un jefe sino un Padre; no es un dictador sino un amigo.
La entrega se demuestra mejor con la obediencia; trabajando para El Creador. El ejemplo supremo de entrega personal es Jesucristo. La noche antes de su crucifixión, Jesús se entregó al plan de Dios. Oró pidiéndole al Padre: “¡Padre!, todas las cosas son posibles para ti. Aparta de mí esta copa (de sufrimiento); pero no se haga la que yo quiero, sino lo que quieres tú” MARCOS 14:36 (RVR1995). La entrega auténtica dice: Padre, si este problema, dolor, enfermedad y circunstancia son necesarios para cumplir tu propósito y para tu gloria en mi vida o en la de otro, ¡Que se haga tu perfecta voluntad!.
Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. 
Santiago 4:7.

Si Dios va a trabajar a fondo con nosotros, comenzará con la entrega. Entreguemos todo a Dios: lo que lamentamos de nuestro pasado, nuestros problemas, nuestras ambiciones de futuro, nuestros sueños, nuestros temores, nuestras debilidades, nuestras costumbres, nuestras penas y nuestros complejos. Pongamos a Cristo en el asiento del conductor de nuestra vida y suelta las riendas. No tengamos miedo; nada que él tenga bajo su control puede quedar a la deriva. Si Cristo tiene el dominio, podremos enfrentarlo todo.
La adoración que agrada a Dios se basa en las Escrituras. Hemos sido hechos a imagen de Dios: somos un espíritu que habita un cuerpo, y Dios diseñó nuestro espíritu para comunicarnos con él. La adoración ocurre cuando nuestro espíritu responde a Dios.
Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; 
Hebreos 12:28.

A Dios le agrada la adoración reflexiva. La lectura de las Escrituras usando distintas versiones y paráfrasis es provechosa para enriquecer nuestras expresiones de adoración.
A Dios le agrada la adoración con sacrificio. La verdadera adoración tiene un precio. La adoración sacrifica nuestro egocentrismo. No podemos exaltar a Dios y exaltarnos al mismo tiempo. No podemos adorar para impresionar a los demás y para agradarnos a nosotros mismos. Necesitamos retirar deliberadamente el enfoque de nuestra persona. Cuando Jesús dijo: (((ama a Dios con todas tus fuerzas))) quería señalar que la adoración requiere esfuerzo.
Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, Sea alabado el nombre de YO SOY EL QUE SOY. 
Salmos 113:3.

La alabanza debe ser la primera actividad al abrir los ojos y levantarnos, y la última al cerrarlos en la noche. La adoración no es parte de nuestra vida, (ES NUESTRA VIDA), y toda actividad puede convertirse en un acto de adoración cuando se hace para alabar, glorificar y agradar a Dios.
CUANDO DIOS PARECE DISTANTE.
Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; 
Hebreos 13:5.

La amistad se prueba con la separación y el silencio. En nuestra amistad con Dios no siempre nos sentimos cercanos a Nuestro Amado.
La adoración debe ser desde lo más profundo de nuestro ser, alabar a Nuestro Amado Señor a pesar del dolor: agradecerle durante una prueba, confiar en Él durante la tentación, aceptar el sufrimiento y amarlo aunque parezca distante.
En efecto, Dios reconoce que a veces oculta su rostro de nosotros. A veces en como si fuera un desaparecido en acción en nuestra vida. Es una parte normal de la prueba y la maduración de nuestra vida espiritual y amistad con Dios. Todos los cristianos atravesamos esta situación por lo menos una vez, y por lo general varias veces. Es dolorosa y desconcertante, pero es absolutamente vital para el desarrollo de la fe.
La omnipresencia de Dios y la manifestación de su presencia son dos cosas distintas. Una, es un hecho; la otra, es un sentimiento. Dios está siempre presente, aunque no estemos conscientes de Él; su presencia es demasiado profunda para medirla con meras emociones. Sí, Dios quiere que sientas su presencia, pero prefiere que confíes en Él aunque no lo sientas. A Dios le agrada la fe, no los sentimientos.
¿Cuántas otras razones podemos hallar nosotros para adorar, alabar y bendecir el Poderoso y Glorioso nombre de nuestro Dios Eterno?. Adoremos a nuestros Dios todos los días de nuestra vida.
Bendeciré a YO SOY EL QUE SOY en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. 
Salmos 34:1

QUE DIOS CREADOR DEL TIEMPO Y LA ETERNIDAD LES BENDIGA.
¡¡¡CRISTO VIENE!!!.

Tania Soliz Vila
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