Amados hermanitos: La disciplina es un recurso preparado por Dios. Es el elemento usado para apartarnos de la necedad, aquel estado de dureza ligado a nuestro corazón que nos lleva a vivir vidas en ignorancia. Sin corrección no hay sabiduría, y una persona sin sabiduría añade dolor a sus días. El que no castiga aborrece, más el que ama, como Dios nos ama, corrige y lo hace desde temprano.
“Bendito el Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo, el cual nos bendijo con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”. Efesios 1:3-4.
Dios escogió sus hijos desde antes de la fundación del mundo, con el objetivo de que fueran santos y sin mancha delante de él. Su anhelo siempre ha sido relacionarse con ellos y que sean agradables delante de sus ojos, pero para ello se requiere ser santo.
El mismo Dios que los escogió, reunió todas las cosas y todos los recursos necesarios para que pudieran lograrlo y relacionarse con él, y uno de estos recursos es la disciplina. Dios pensó en que sus hijos debían ser disciplinados como camino a la santidad.
“La necedad está ligada en el corazón del muchacho; más la vara de la corrección la alejará de él”. Proverbios 22:15.
La disciplina es un recurso preparado por Dios. Es el elemento usado para apartar al hombre de la necedad, aquel estado de dureza ligado al corazón que lleva a vivir en la ignorancia. Está unida a la condición del muchacho, es propia de su edad y está atada a su naturaleza.
“Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; más no se apresure tu alma para destruirlo”. Proverbios 19:18.
Dios está hablando a los padres acerca de castigar a sus hijos entre tanto que “hay esperanza”, mientras aún haya tiempo y los niños permitan la corrección; más Dios da una claridad y es que se debe corregir y no permitir que el alma lleve a destruir.
Para Dios existe una gran diferencia entre el término castigo y destrucción. El castigo ha sido uno de las estrategias usadas por Dios para traer sabiduría a una vida y no está relacionada con destrucción; consiste en el trabajo disciplinario de todo padre para desarraigar la necedad del corazón de su hijo. Así la vida del muchacho, será el resultado de ello.
“No se apresure tu alma para destruirlo“. La destrucción no está ligada a la intensidad, está ligada al alma. Hay padres que no tienen la intención de disciplinar, sino de destruir a sus hijos; en su corazón no está la necesidad de enderezar sus caminos, sino sentimientos de enojo y de rabia en contra de los mismos; esto les quita autoridad y le hace estar ausentes del verdadero proceso de disciplina planteado por Dios a través de su palabra. Dios prohíbe a los padres destruir a sus hijos, sea a través de la burla, el desprecio o la ausencia momentánea.
“No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol”. Proverbios 23:13.
Con la expresión “No morirá” en este versículo, Dios se refiere a tanto a lo físico como a lo espiritual. Dios sabe que nadie muere físicamente a causa de una corrección; contrario de lo que sucede al no hacerlo, pues lleva a los padres a ahondar en un destino terrible para sus hijos. ”Y librarás su alma del Seol”, es una razón espiritual, que habla de librar y salvar la vida de los hijos de la oscuridad y muerte eterna.
La vara y la corrección dan sabiduría y los padres deben corregir mientras haya esperanza. No podrá haber sabiduría en alguien que no haya sido corregido y una persona sin sabiduría añadirá dolor a sus días. El hijo consentido traerá tristeza y vergüenza a su casa y el hijo sabio alegra al padre.
Los padres están llamados por Dios a no rehusarse a corregir a sus hijos, ya que sin corrección no hay sabiduría y el que no castiga aborrece, más el que ama, como Dios nos ama, corrige y lo hace desde temprano.
“El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; más el que lo ama, desde temprano lo corrige”. Proverbios 13:24.
El que no castiga aborrece, más el que ama, corrige y lo hace desde temprano. Dios está interesado en que los padres intervengan y se involucren de una manera sabia y correcta en la vida de sus hijos. Él llama a los padres a dirigir, a poner márgenes y a hacer reversar de su mal camino a sus hijos, pues según Dios el amor se expresa con la sabiduría que se disciplina, y la sabiduría proviene de la corrección.
La corrección trae hijos sabios, la abstinencia de ella, amontonará vergüenza para los padres. ¿Cuánta vergüenza se podrían ahorrar los padres?.
Dios necesita padres entendidos, que establezcan disciplinas desde temprano y puedan levantar una generación diferente que se relacione con Dios y puedan ser usados por Él el día de mañana.
La enseñanza tierna de la madre, primero; luego la del padre, un poco más firme; la instrucción permanente de ambos, en toda ocasión y en todo tiempo, quedarán indelebles en el corazón del hijo. Podrá el chaval (muchacho) apartarse por un tiempo, llevado por alguna hueca sutileza, pero finalmente volverá al cauce que en su corazón marcó la Palabra verdadera.
En materia de instrucción, los padres han de esmerarse. Así como el diablo provee a los jóvenes suficiente instrucción -y atractiva por lo demás- capaz de convertirlos en delincuentes, los padres cristianos han de proveer a sus hijos suficiente material de lecturas sanas y edificantes, y con temor del Señor. La promesa es que el buen camino mostrado en la niñez, encaminará los pasos del hombre en su vejez.
Pero la instrucción no es sin la disciplina, ni la disciplina es sin la instrucción. Como en todas las cosas de Dios, aquí también el equilibrio es fundamental.
PORQUE EL QUE MADRUGA A CORREGIR, AMA A SU HIJO Y EL QUE AMA, MADRUGA A DISCIPLINAR Y CORREGIR.
DIOS LES BENDIGA, LES GUARDE Y LES PROTEJA.
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